Soy un fotógrafo profesional de bodas que trabaja a buen precio. ¿Por qué? Porque me gusta mi trabajo y disfruto haciendo reportajes de boda.
Tengo claro que no soy el mejor fotógrafo de bodas de Madrid, por lo que no puedo pedir tarifas disparatadas por hacer reportajes de enlaces matrimoniales como hacen los grandes nombres de la fotografía de boda; pero también sé que podría incrementar ligeramente mi tarifa y seguiría teniendo parejas que me contrataran. No lo hago, porque prefiero hacer muchos reportajes de boda a buen precio que pocos bien pagados.
Por mi forma de entender el reportaje de boda me puedo permitir ser un fotógrafo de bodas a buen precio, ya que suelo ser práctico en la edición y no busco impactar a los novios con acabados “preciosistas”. Mi estilo es realista. Se podría decir que soy un fotógrafo documental de bodas.
Me encuentro muy a gusto haciendo fotografías en lugares modestos, sin alardes. Aquellos en los que se casa la mayoría de la gente. No aspiro a deslumbrar al espectador en cada fotografía con recargadas lámparas de cristal y salones de decoraciones barrocas. Si las hay, las reflejo en mis imágenes con la menor ostentación posible.
Tampoco pretendo epatar con inverosímiles contrapicados de la pareja o con poses nada naturales. Prefiero dedicarme a los detalles humanos, tanto de la pareja como de los invitados, sin forzar el punto de vista. Como si no hubiera fotógrafo y la imagen hubiera sido hecha automáticamente por una cámara que casualmente estaba allí. Por una cámara de vigilancia. Lo que se denomina de “fotógrafo ausente”.
Eso sí, si hay algún rincón que merezca ser aprovechado como fondo por su belleza
o singularidad no dudo en aprovecharlo. Un fotógrafo de bodas a buen precio también se esmera en que cada fotografía que toma sea lo más elaborada y atractiva posible. Pero de forma que se note lo menos posible la elaboración y resulte natural.
Es el caso de la imagen que ilustra este artículo. Está prácticamente igual que el resultado de la toma. En la edición tan solo bajé ligeramente el nivel de las luces. El color de las hojas de los árboles es el que tenían.
Mi trabajo consistió fundamentalmente en elegir el lugar adecuado, darle indicaciones a la pareja para que su postura resultase natural, componer el encuadre, ajustar la profundidad de campo y conseguir el equilibrio de masas. Ah, y en aguardar pacientemente hasta el instante en que no hubiera nadie junto a ellos –algo complicado en el parque del Retiro de Madrid en una mañana soleada del mes de noviembre. La experiencia como fotógrafo profesional siempre ayuda.
El no tener que emplear demasiado tiempo en editar las fotografías me permite ser un fotógrafo de bodas a buen precio.