Un fotógrafo de animales no siempre es un señor que espera tranquila y cómodamente en su estudio para hacer fotografías de mascotas que sus dueños le llevan hasta allí. A algún fotógrafo profesional si le debe de funcionar así el negocio, pero la mayoría de los que nos dedicamos a la fotografía de animales tenemos que salir a buscarlos.
No, que nadie me interprete mal, que tampoco somos unos fotógrafos privilegiados que viajamos a la selva o a paraísos naturales para capturar imágenes de la fauna salvaje; que ojalá fuera así…
Un fotógrafo de animales en Madrid a menudo tiene que desplazarse al lugar donde estos se encuentran, porque dependiendo del tamaño del animal o de los animales, de la localidad y del emplazamiento donde estos se encuentran habitualmente resulta más fácil que sea el fotógrafo el que se desplace que no al revés. Más si por algún motivo el cliente quiere que quede reflejado en las fotografías el entorno en el que se encuentran los animales. Los cuales no siempre tienen porqué ser mascotas.
Me explico, por el ejemplo, contando las circunstancias en las que capturé la imagen del caballo que encabeza este artículo. El dueño se puso en contacto conmigo porque buscaba un fotógrafo de animales en Madrid que hiciera un reportaje fotográfico de su yegüada con el fin de conseguir vender sus potros a unas personas de un lejano país árabe intensadas en adquirirlos. De paso, también aprovechó para encargarme que fotografiara a los sementales (como el que aparece en la fotografía) y a las yegüas. Era fundamental que el entorno natural en que estos vivían apareciera en las fotografías. Así como la forma en que se movían y corrían los animales para que las personas interesadas comprobaran que habían sido entrenados. Para esto último recurrimos a grabar un reportaje de vídeo en el que los instructores mostraban cómo los caballos marchaban a distintos pasos y exhibían todas sus habilidades.
Ese día hacía un calor insoportable y el trotar de los animales levantaba abundante polvo, por lo que se puede comprender fácilmente que el trabajo de un fotógrafo de animales en Madrid no siempre consiste en hacer fotografías en un estudio resguardado del sol y refrigerado por un buen equipo de aire acondicionado.
Particularmente soy un fotógrafo profesional que prefiere el trabajo de campo, y ese día lo tuve en abundancia, pues los sementales estaban bastante alejados de las yegüas y de los potros.
Pero al final siempre merecen la pena las caminatas bajo el tórrido sol de verano. Las cosas importantes de la vida sólo se consiguen con esfuerzo.
