No todo son reportajes de boda, books de moda o fotografía de producto en la vida de un fotógrafo profesional. Hay muchas ocasiones en las que tienes que vértelas con asuntos no tan agradecidos de fotografiar como puede ser una modelo luciendo un elegante vestido o la alegría de los invitados a una boda. O si no, ¿hay algo con menos gracia y encanto que una sala de espera de una consulta?
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De entrada, el hecho de ir a una consulta médica es una idea que no agrada a nadie. Sin embargo, las clínicas y los hospitales necesitan de imágenes que muestren sus salas de espera para ilustrar con ellas los folletos que hablan de sus especialidades y que incluir en la publicidad de sus centros.
Si ya es poco agradecido de fotografiar una sala de espera, en la que todo, por definición, tiene que ser lo más aséptico posible, lo es todavía menos hacerlo de una sala de espera vacía.
La sala de espera de la fotografía corresponde a una clínica que había reformado sus instalaciones y quería tener documentado como habían quedado. El hecho de que no haya personas en la fotografía no se debe a que no estuviera en funcionamiento. Muy al contrario, tuve que hacer las fotografías un sábado por la tarde porque era cuando no había consultas y la sala estaría vacía. Si hubiera habido personas en las fotografías hubiera resultado más sencillo que fueran atrayentes las imágenes, pero se buscó expresamente que las dependencias médicas estuvieran vacías. Primero, porque no se puede compaginar hacer fotografías a la vez que un médico pasa consulta; y segundo, si bien en la sala de espera podría haber habido personas de figuración contratadas, eso supondría tener que estudiar de qué edades tendrían que ser, cómo tendrían que ir vestidas de acuerdo a la imagen que se quisiera transmitir de la cínica… y además hubiera resultado más caro. Y lo que los clientes querían era sencillez y rapidez.
Otro problema con el que tuve que vérmelas fue con el de la iluminación que tenían las instalaciones, ya que no había ventanas y no hay fuente de iluminación menos agradecida que la de un fluorescente vulgar y corriente, que era la única que había. Ahí eché mano de oficio e hice lo que pude para que el resultado final no echase para atrás.
