Generalmente se asocia a un fotógrafo profesional de bodas con una persona que se dedica a tomar instantáneas de jóvenes parejas que deciden casarse. Que hace fotografía de bodas de personas que son mayores de edad desde hace relativamente poco tiempo.
Pues no. El amor no tiene edad. Ni la decisión de oficializar el deseo de compartir tu vida con otra persona.
Cuando la pareja de una cierta edad ha decidido casarse sin duda no es una decisión porque sí, porque ya tocaba, sino bien meditada y avalada por la experiencia vital de los contrayentes.
También podría pensarse que el fotógrafo profesional lo tiene difícil en una boda de personas que ya no están en su juventud. La realidad no demuestra que esto sea así, como puede comprobarse en la fotografía que ilustra este artículo.
La belleza no la atesora únicamente la juventud. Aparte de que hay muchas formas de belleza. Y de encanto personal que puede transmitir la fotografía de bodas de las parejas maduras, y que un fotógrafo profesional sin duda reflejará en su trabajo. Las parejas de distintas edades transmiten su belleza de diferentes formas. Y sus afectos.
Una pareja joven seguramente transmitirá su apasionamiento, la fogosidad propia de su edad. Sin embargo, en un reportaje de boda de una pareja más madura que se casen por primera vez o ya hayan estado unidos en matrimonio anteriormente, en vez de apasionamiento el profesional reflejará en la fotografía de bodas otras maneras en las que la pareja transmite su afecto, su amor. Sólo ha de estar atento a captar esos detalles; que aflorarán.
En cuanto a la alegría que desprenden los recién casados a la hora del baile, y según mi experiencia como fotógrafo profesional de bodas, puedo asegurar que no hay diferencia de actitud y de derroche de energía sea cual fuere la edad de la pareja de recién casados.
La alegría no tiene edad. Ni el amor. Ni la felicidad.
