Respeta los derechos de autor de los fotógrafos. Por tu bien. Es demasiado frecuente que muchas personas, cuando necesitan una imagen para un artículo de su blog o redes sociales, cojan la primera fotografía que encuentran en Internet sin tener en cuenta nada más. La utilizan porque les gusta. Y, como está ahí, a su disposición, la toman. Se la apropian. Da igual que sea de un fotógrafo profesional o de un simple aficionado. Que sea mundialmente conocida o inédita; que esté firmada o no.
Y es que, mientras que todo el mundo pone el grito en el cielo si alguien utiliza de forma inadecuada su trabajo no fotográfico, te puedes encontrar que esas mismas personas tengan un comportamiento como el anteriormente descrito. Es decir, desprecien los derechos de autor de los fotógrafos. Porque para ellos su trabajo, no fotográfico, tiene mucho valor, pero las imágenes no. Se consiguen tan fácilmente (apretando un botón) que su valor es cero. Al menos eso es lo que creen. O lo que quieren creer.
Me ha sucedido en más de una ocasión con fotografías que he tomado en conciertos. Revisando páginas de rock en redes sociales he encontrado alguna fotografía que había tomado yo anunciándolos. Mi reacción siempre es hacer capturas de pantalla para tener pruebas de los hechos y ponerme en contacto con ellos. Decirles que han utilizado una imagen sin tener en cuenta los derechos de autor de los fotógrafos y sin autorización por mi parte. La respuesta más habitual suele ser que no eran conscientes. Argumentación totalmente inconsistente, porque siempre borran mi firma.
Entonces les mando la factura de mi trabajo de fotógrafo profesional. Cada caso evoluciona de forma diferente. Depende sobre todo de quién haya cometido la falta. O el delito. Hay casos de sentencias condenatorias que obligan a indemnizar económicamente a los fotógrafos perjudicados.
Se me ha dado el caso de la utilización fraudulenta de una imagen mía por parte de los organizadores de festejos en distritos de alguna gran ciudad. Mejor no dar nombres.
