Si estás enfermo vas al médico. Sin embargo, cuando se quiere tener un reportaje de boda es cada vez más frecuente que las parejas recurran a un amigo o pariente que tiene una cámara pistonuda, como si eso solucionara el asunto. Quizá el económico sí, pero muchas veces es como si cuando tienes dolor de estómago te tomas un caramelo para curarlo. Y mira que hay caramelos deliciosos…
Cuando hace diez años decidí trabajar por mi cuenta y creé esta página web era habitual recibir peticiones de personas que querían que les diera presupuesto por “arreglar” las fotografías de su reportaje de boda. En todos los casos, sin excepción, era una tarea imposible ya que no se puede arreglar lo que no tiene arreglo. Me explico: no se puede arreglar una fotografía movida, ni otra desenfocada, ni mal compuesta… En cuanto a los encuadres… Había de todo: en unos podías suprimir el aire que sobraba aunque eso no mejorara la calidad de la fotografía, pero en otros no había cómo conseguir un encuadre aceptable de ninguna manera.
Las profesiones existen, algunas existían, porque se necesitaban personas cualificadas para desempeñarlas. Se necesita oficio. Algo que se aprende ejerciendo esa actividad, siendo instruido por personas que desempeñan o han desempeñado ese oficio durante años y saben trucos, atajos y habilidades que sólo da el conocimiento a través de la experiencia de los años y el contacto con los compañeros y colegas de profesión. Con los fotógrafos profesionales.
Nadie ajeno a una profesión está cualificado para desempeñarla porque sí. Algo que se olvida con demasiada frecuencia en lo que al mundo de la fotografía se refiere. No quiero decir con ello que se necesite un título que colgar o enseñar a los demás para demostrar que se es fotógrafo: eso sólo no demuestra la cualificación como fotógrafo. Me refiero a que se necesitan una serie de conocimientos previos para que las fotografías que hagamos se puedan llamar tales. La experiencia también ayuda; la intuición como único valor no suele ser suficiente. Para conseguir buenas fotografías de boda se necesita saber de:
– Cultura visual. Ahora, en este mundo que está inundado por gran cantidad de imágenes en la vida clotidiana de cualquiera, es más fácil tenerla sin siquiera saberlo. De todas formas, se tenga ya o no, conviene cultivarla, entrenarla y mantenerla al día. Los libros, clases y talleres ayudan en esta cuestión.
– Composición. Es muy importante que una fotografía tenga un encuadre adecuado; sugerente. Si el encuadre no es sugerente, la fotografía perderá el interés del espectador desde el primer instante, aunque tenga otras muy buenas cualidades…
– Dirección de los grupos que posan. En un reportaje de boda se solicita a menudo que el fotógrafo tome instantáneas de grupos: De los miembros de la familia del novio, de la de la novia , de los compañeros de trabajo de uno y otra… hay que saber distribuirlos para que haya un equilibrio de masas en la imagen y que ésta no “se caiga” por ningún extremo.
– Desarrollo de la ceremonia, sea civil o religiosa, para no perder ninguno de los momentos clave.
Todos estos conocimientos y algunos otros más debería tener el fotógrafo que os haga el reportaje de vuestra boda, incluso si es un pariente que tiene una cámara macanuda.
Ya hace algunos años que nadie me pide que le “arregle” sus fotos de boda. No sé si es porque todos los aficionados han aprendido a hacer buenas fotografías o si las parejas ya no saben valorar la calidad de un reportaje fotográfico. O se resignan al espantoso reportaje de boda que les hizo su cuñao.
De cualquier forma, en caso de duda, siempre puedes recurrir a un fotógrafo profesional para que te haga el reportaje de boda. Hay muy buenos profesionales que ofrecen reportajes de boda baratos y de gran calidad. No merece la pena arriesgarse en aventuras que no sabes si van a acabar con final feliz.