Mi trabajo se puede definir básicamente como fotografía natural de boda en Madrid, porque es en esta comunidad autónoma en la que tengo el epicentro de mi actividad.
Esto no quiere decir que sea un fotógrafo de bodas que tienen lugar únicamente en Madrid. No. Me desplazo a cualquier ciudad del Estado. Voy allí donde requieren mis servicios. Con la ventaja para las bodas que tienen lugar en las provincias limítrofes a Madrid de que no aplico gastos de desplazamiento.
La fotografía natural de boda es aquella en la que el fotógrafo profesional interviene lo menos posible, dejando a las parejas a su aire, sin dirigir demasiado sus posturas y sin buscar poses inverosímiles que resulten tan artificiales que llamen la atención por lo forzadas que son. Únicamente hago alguna indicación a las parejas para evitar que en las fotografías una mano tape parte del rostro del otro cónyuge o que el vuelo del vestido de la novia esté plisado o doblado de manera que desmerezca su elegancia.
Busco capturar momentos espontáneos como el de la imagen superior en los que se aprecia la autenticidad de un sentimiento frente a la impostura de muchos posados, aunque sean en la parte de las fotografías con encanto. Ese para mí es el valor principal de un fotógrafo profesional: conseguir fotografía natural de boda; que quien contemple el álbum de boda sienta lo que sintió la pareja en ese momento. O, por lo menos, que sea algo parecido a la sensación que se desprende de la imagen que sintieron ellos en aquel momento. Eso es, en definitiva, lo que buscamos los fotógrafos profesionales que nos dedicamos a la fotografía natural de boda.
Para conseguir captar esos momentos que surgen de improviso es fundamental tener una experiencia previa consolidada. Da igual que el fotógrafo sea de alto caché o de bodas barato, si se tiene esa cualidad y se ha trabajado para conseguirla o mejorarla acabará aflorando en las fotografías de vuestro reportaje de boda. Lo mismo da que la ceremonia sea civil o religiosa.
