Estampas de Madrid (0047)
El Riojano empezó siendo, en 1855, una pastelería fundada por el pastelero personal de la reina María Cristina de Habsburgo. El local de Dámaso Maza, que así se llamaba dicho señor, se encuentra en la calle Mayor de Madrid capital, y además de vender dulces muy apreciados por los madrileños tenía nueve mesas donde los clientes podían degustar tranquilamente sus productos en un salón de té interior; que fue ampliándose con el paso de los años.
El local es más bien estrecho y de pequeñas dimensiones, pero la decoración interior es de una gran belleza, como los estucados del techo, los mostradores, y lámparas y apliques isabelinos. La decoración es prácticamente la que tenía el comercio hace más de ciento cincuenta años, con el añadido de alguna vitrina expositora más moderna. Sigue conservando el horno con el que se inauguró el obrador original, aunque ya no se use. También la primera caja registradora, que de momento no puede ser admirada por los visitantes; algo que se solucionará próximamente.
Siete generaciones han ido manteniendo el desarrollo de El Riojano con el paso de los años, si bien no siendo de la misma familia. Sin ir más lejos, el fundador murió sin descendencia. Muchas generaciones de clientes, también, han ido pasando por este negocio típicamente madrileño durante todo este tiempo que lleva abierto. Aparte, la curiosidad que despierta su fachada, pulcramente conservada, entre los turistas y visitantes de la ciudad, les hace entrar a descubrir los tesoros que se guardan en su interior.
Entre sus especialidades cabe destacar los roscones de reyes, panecillos de San Antón, gargantillas de San Blas, torrijas, monas de Pascua, rosquillas del Santo, polvorones, buñuelos de viento, huesos de santo, mantecados, turrones, anguilas, empiñonados y bocaidientes.
Si vives cerca en Madrid o vas a venir este verano, no debes dejar de visitar El Riojano. Y hacer fotos como si fueras todo un fotógrafo profesional.
