José Haro es un fotógrafo profesional de rodaje de películas. Hace años, a su oficio siempre se le denominaba foto-fija. Todo cambia, aunque siga siendo lo mismo. O no. Porque el punto de partida del trabajo de José Haro no es calcado a lo que se ha hecho toda la vida. O sí. Pero algunas veces con otro planteamiento y un enfoque bien diferente. Sus fotografías de rodaje no son clásicas.
Contemplar la exposición que le ha dedicado la 50º edición de ALCINE, explica mucho mejor lo que acabo de escribir. Aunque alguna, como la de Juan Echanove mientras está siendo caracterizado como Quevedo, pudiera parecer clásica hay detalles que la hacen moderna. Como el punto de vista desde el que está tomada o la mirada del actor a cámara, que rompe la apariencia de fotografía documental del fotógrafo profesional clásico.
Su trabajo destaca enormemente al compararlo con el de otros fotógrafos profesionales del sector. Las imágenes de José Haro no son fotocromos para la cartelera. Cuentan una historia en sí mismas. Parte de la película que se está rodando en ese momento o la de los profesionales del que aparecen en ella. A veces sin necesitar mostrar los rostros de los compañeros de rodaje. De forma que todas las personas que trabajan o han trabajado en un departamento en el rodaje de una película se sienten reflejados en ellas; aunque no aparezcan o nunca hayan trabajado para esa productora.
Esencia de sus fotografías
Las capturas de José Haro son retratos de un oficio. Consigue plasmar su labor utilizando el menor número de elementos para ello. Son evocadoras, poéticas, estilizadas… Sus fotografías del Festival de Cine del Sahara son buen ejemplo de ello. Mostrando únicamente detalles mediante puntos de vista y encuadres rigurosamente seleccionados da una idea precisa del espacio total. Y no solo eso, sino que informa de las circunstancias que lo rodean y de la actitud de los espectadores ante la muestra.
Esto es algo que solo consigue un fotógrafo profesional dotado de mucho talento.
