Soy un fotógrafo confinado en Madrid, por lo que últimamente me siento como James Stewart. Evidentemente, en La ventana indiscreta, ese gran clásico del cine de suspense, además de fantástica metáfora del cine y de la vida que nos regaló Alfred Hitchcock en los años cincuenta del siglo pasado.
En estos días nos escasea el trabajo a la mayoría de los fotógrafos profesionales. Todos los conciertos han sido aplazados; ya no te contratan para sesiones de estudio, ni para congresos empresariales, ni para capturar lo que sucede en las bodas. De estas últimas ha habido contadas, con pocos invitados y seguramente sin fotógrafo profesional.
El trabajo no ha disminuido para los fotoperiodistas, quienes siguen al pie del cañón poniendo en juego su salud. Personalmente no estoy en nómina de ninguna agencia de prensa, aunque en ocasiones haya hecho algún que otro encargo de ese tipo. Ahora mismo entraña mucho riesgo dedicarse a ello, pero igual riesgo están corriendo el personal sanitario, los trabajadores de los supermercados, los farmacéuticos, los transportistas y repartidores, tantos otros colectivos… En estos momentos un fotoperiodista cuenta con el aliciente de que puede hacer la foto su vida.
De un día para otro nuestras vidas se han convertido en parte del argumento de una película de ciencia ficción apocalíptica de final imprevisible en la que todos somos protagonistas colectivos.
La verdad es que la actitud en que aparezco en la imagen superior no la adopté hasta ayer, y con el único objeto de tomar esta fotografía. Un autorretrato, que no selfi. Un modesto homenaje a una película y un autor cinematográfico con el que hemos crecido y al que admiramos varias generaciones. Aunque en España parece que en este confinamiento la mayoría de personas ha optado por imitar el modelo italiano de manifestarse en las ventanas y balcones, por lo que se comportan como si fueran personajes en una película de Fellini, otro gran maestro.
No me prodigo nada en cultivar la vida social en mi ventana como hacen algunos de mis conciudadanos. Sigo mis días de fotógrafo confinado en Madrid ordenando archivos, escribiendo y corrigiendo artículos del blog, preparando estrategias y ofertas para cuando vuelva la normalidad…. Porque esperemos que vuelva y cuanto antes. Aunque mucho me temo que la vida, tanto para este fotógrafo confinado como para el resto de la humanidad, ya no va a ser igual que antes.
