Desde hace algunos años vengo siendo uno de los fotógrafos de rock que captura imágenes de conciertos en Madrid para publicarlas en medios musicales. A veces, cuando las circunstancias así lo requieren, también me desplazo a otras provincias para cubrir conciertos o festivales. Aunque no es lo más frecuente.
Esta faceta me viene muy bien para desengrasar de la fotografía comercial que suelo hacer por encargo como fotógrafo profesional. No hay nada mejor después de haber hecho el reportaje de un congreso empresarial durante los días laborables anteriores que fotografiar un concierto de rock (o varios) el fin de semana. Ni que decir tiene si es de punk. Me ayuda a cambiar de registro y no acostumbrarme a hacer siempre un tipo de fotografía convencional, agradable; sin riesgo.
Nos sucede a varios fotógrafos de rock: pasamos de la obligación del traje o vestuario formal de los días laborables a la chupa de cuero del fin de semana. Este cambio ayuda a ponerte en situación más rápidamente durante el transcurso del concierto. Aunque hay grupos que enseguida te ponen en situación por muy desmotivado que llegaras a su actuación. Tal es el caso de Gatillazo.
De eso se encarga Evaristo Páramos, quien tiene sobrada habilidad y experiencia para llevar al público por donde él quiere mientras sus compañeros tocan sin tregua.
Es un maestro de la puesta en escena. Más en una sala -como fue el caso en la fotografía superior-, donde las sensaciones se multiplican.
Hacer fotografías en un concierto de Gatillazo entre el público siempre se convierte en un deporte de riesgo. A veces, de alto riesgo.
No importa. Suelo ser una persona muy tranquila, consciente y responsable; pero con una cámara en la mano me convierto en un fotógrafo kamikaze. Es la única forma de conseguir fotografías de conciertos interesantes. No soy el único, ya que por lo general el aguante a los golpes y empujones por parte de los fotógrafos de rock es infinito.
Aunque en todo momento abunden los pogos y los empujones, lo más peligroso para el fotógrafo en este tipo de conciertos es la gente que sube al escenario.
El peligro se presenta cuando bajan. Es decir, cuando se lanzan sobre el resto del público; pudiéndote encontrar con que una bota te golpee en la cámara o en la cara. O en ambas partes, como fue el caso en este concierto.
Pero los resultados merecieron la pena ya que no hubo desperfectos.