Se puede hacer fotografía emotiva de una boda en momentos que no son los que todo el mundo considera fundamentales. Lejos de los momentos cumbre: la imposición de los anillos, el beso tras el “sí quiero”, el lanzamiento del arroz a la salida de la ceremonia…
Los anteriores son los instantes de los que es obligado tener fotografías porque son los típicos que no pueden faltar en un reportaje de boda hecho por un fotógrafo profesional, pero el buen fotógrafo sabe capturar imágenes inmejorables cuando afloran los sentimientos de forma espontánea. Tan solo consiste en estar atento y, debido a tu experiencia como fotógrafo, anticiparte a las situaciones que pueden suceder.
Porque la fotografía emotiva de una boda muchas veces no surge donde se espera, donde generalmente suele ocurrir, como en las situaciones citadas anteriormente o ante un entorno bellísimo en el que se encuentren los recién casados. La chispa salta en el momento más inesperado. Y hay que verlo.
La pareja de la imagen superior cuando vinieron a ver mis muestrarios de reportajes de bodas realizados lo hicieron sabiendo que soy un fotógrafo de bodas barato, porque habían visitado mi página web, les había gustado lo que vieron y decidieron ver más trabajos míos en formato físico, ya impreso; tocar las imágenes. Comprobar las sensaciones que les transmitían.
Buscaban eso: fotografía emotiva de boda. Imágenes que les llegaran al contemplarlas físicamente, no en una pantalla de ordenador. Y salieron contentos tras visionar mis muestrarios, tanto que acabaron contratándome para que fuera el fotógrafo de su boda, pese a que estaban prácticamente decididos antes de visitarme a que fuera otro fotógrafo profesional quien lo hiciera.
No se arrepintieron cuando les entregué el reportaje, pues era la fotografía emotiva de boda que buscaban con la ventaja de que se la había hecho un fotógrafo económico.
El resultado resultó ser una buena inversión para ellos.
