Últimamente son muchas las parejas que deciden celebrar sus bodas en lugares en donde puedan transcurrir todas las etapas del casamiento: desde la ceremonia, el cóctel, el banquete y el baile. Tiene la ventaja de que los invitados no tienen que desplazarse desde el juzgado o ayuntamiento al restaurante y después a la discoteca. Así los novios se evitan complicaciones y abaratan el coste.
Afortunadamente para ellos –y para los fotógrafos- cada día es menos frecuente que las fincas que se dedican a organizar bodas impongan el fotógrafo a las parejas.
Sobre todo porque de ser así, perderían muchos clientes ya que muchas veces la fotografía de bodas en fincas, como en las iglesias y restaurantes, las hacía el fotógrafo que más tasa anual pagaba a los lugares citados anteriormente, quedándose con la exclusividad de todos los enlaces que se celebraran allí; sin importar la calidad del trabajo o el elevado precio con que grababa el profesional a los novios que tenían que contratarle sí o sí.
Además, el hecho de que en cada etapa de la boda hubiera un fotógrafo impuesto por el lugar donde se celebraba (iglesia o ayuntamiento, restaurante y discoteca) encarecía demasiado el precio por el que les salía el enlace a los contrayentes.
Digo «afortunadamente también para los fotógrafos» porque, después de que se consiguiera que no fuera obligatorio contratar al fotógrafo de la finca donde se organizan las bodas de principio a fin, el mercado se ha abierto a los gustos y posibilidades económicas de las parejas que se van a casar.
Hoy en día los futuros esposos estudian mucho a qué fotógrafo profesional contratan para hacer el reportaje de su boda. Y los padres y madres de los recién casados se sorprenden frecuentemente de la gran calidad de los trabajos del fotógrafo de bodas barato que sus hijos han encontrado para hacerles el reportaje fotográfico de su boda. La fotografía de bodas en fincas actualmente ha ayudado a ello.
Un buen fotógrafo encuentra momentos que no se consideran como destacados en el transcurso de una boda donde atrapar la singularidad. Lo malo es que, hoy en día, con demasiada frecuencia los invitados se olvidan de que ya hay un fotógrafo profesional capturando todos los momentos y a menudo deslucen las fotografías de éste de forma que las imágenes acaban pareciendo un anuncio de teléfonos móviles.
