Si hay una figura en el rock estatal que sea representativa de la lucha de las mujeres por abrirse camino en un mundo profesional altamente dominado por los hombres, esa es la de Luz Casal.
Además, su lucha no ha sido únicamente en el terreno musical desde que comenzara su carrera en la segunda mitad de 1970, sino que también ha demostrado su coraje ante la vida en el terreno personal. En los últimos años ha tenido que plantarle cara en repetidas ocasiones al cáncer que intentaba acabar con su existencia. Y le ganó la partida.
El título de su último trabajo (“Que corra el aire”, publicado en 2018) pudiera parecer un deseo de olvidarse de todo lo acontecido con respecto a su enfermedad. Precisamente sería con el tema de este título con el que abriría el concierto que cerraba las fiestas patronales de Torrelavega en el bulevar Demetrio Herrero, repleto de público y en el que abundaban las mujeres.
El repertorio de Luz Casal de esa noche fue repasando todas sus grandes canciones, de las más sentimentales a las más rockeras. Con especial atención a las incluidas en el disco publicado ese año, que sobre todo cantaría al comienzo del espectáculo en el riguroso orden en que aparecen en este trabajo: “Miénteme al oído”, “Días prestados”, “Lucas” y “Volver a comenzar”. Luego, fuera de orden, le seguirían “Tanto ruido” y “La única verdad”.
Iría ofreciendo a continuación los temas más significativos de su carrera, así como los distintos estilos que han ido enriqueciendo su música durante todos estos años; del bolero “Un año de Amor” a los ritmos caboverdianos que se escuchan en “Morna”, del último álbum.
Su público se sentía plenamente identificado con sus canciones, con las historias que cuentan; las conocía al dedillo y se veía reflejado en ellas, recitándolas o cantándolas al tiempo que lo hacía la artista gallega, sacando los sentimientos de todos a flor de piel. Tampoco pueden evitar comentarlas en alto: “Es su vida…”, decía en un momento determinado la señora que tenía a mi lado. Y es que sus letras ayudan a seguir viviendo y a que renazca la esperanza en muchas personas (“Sentir”); esperanza a veces impregnada de una fina capa de nostalgia (“Entre mis recuerdos”). Personas que se identifican con ellas porque ven reflejadas sus experiencias sentimentales: los engaños (“Miénteme”), la desesperanza (“Te dejé marchar”); que encuentran verbalizados sus sentimientos en canciones que ponen palabras a su vitalismo (“No me importa nada”) o ayudan a metabolizar sus desengaños (“Volver a comenzar”).
Tiene ganado el cariño del público desde que empiezan los conciertos, y a medida que estos avanzan éste no para de crecer porque se entrega completamente de principio a fin. Poniendo pasión e intensidad en cada estrofa.
Aparte de esto hace gala de mucho oficio para divertir y mantener entretenido al público durante las casi dos horas que dura su espectáculo. Como en “Un nuevo día brillará”, en la que hizo cantar eso de “Quiero ver el rojo del amanecer” primero al público que tenía a su derecha y después al de su izquierda. Ambos respondieron fantásticamente a su propuesta, que se repitió unas cuantas veces.
Además, durante todo el concierto Luz Casal desbordó energía a raudales, moviéndose incansablemente de un rincón a otro del escenario y llegando a agitar su melena, haciendo rápidos círculos con su cabeza, con una fuerza que parecía que se tratase de una joven rockera que empezara su carrera en vez de toda una veterana curtida en mil batalllas, ya reconocida y con una larga trayectoria sobre los escenarios.
Vamos, que en algunos momentos recordaba a la telonera que fue de la gira de presentación de El “Rock de una noche de verano” de Miguel Ríos, allá por 1983; o la joven que hacía voces en el disco “En Directo”, de Leño, en vez de la gran dama del rock en castellano (la Jefa) que es hoy en día. Como si no hubiera pasado el tiempo por su energía vital…
La primera parte concluiría con “Rufino”, su tema más rockero en ese concierto, en el que la artista imitaba los andares de un pingüino cuando citaba a dicho animal en la letra. “Me gusta veros bailar”, añadió al ver la reacción del público.
Bises
Luz Casal volvería al escenario acompañada únicamente por su teclista para ofrecer “Lo eres todo”, tras la que saldría el resto de la banda para interpretar “Piensa en mí” (tremendamente popular por haber formado parte de la banda sonora de “Tacones lejanos”, película de Pedro Almodóvar), que recibiría otra de las grandes ovaciones de la noche.
Acabaría la velada con “Amores”, canción de Mari Trini (otra mujer destacada en la lucha feminista, que fue muy popular durante las décadas de 1970 y 1980, y a la que rinde homenaje también en su último disco, el cual incluye esta versión), porque, dijo: “No debemos permitir que se la olvide”.
Una vez terminado el homenaje, el público la aplaudiría hasta desde las ventanas de los edificios que rodeaban el escenario, con lo que concluiría el concierto y las fiestas patronales de Torrelavega.
Sin duda fue uno de los mejores conciertos de rock a los que asistí el pasado año 2018, por lo que he decidido recuperar esta crónica que estaba inédita y publicarla ahora que se acaba de celebrar en España, de nuevo con gran éxito, la segunda huelga feminista. Las fotografías publicadas hoy de aquel concierto también estaban inéditas.