Me considero un fotógrafo madrileño errante porque no sólo realizo books fotográficos en estudio, sino que también me desplazo al domicilio o a los lugares en los que los clientes quieren tener unas fotografías de estudio. Por poco dinero más.
Es muy frecuente en el caso de fotografías de recién nacidos, en los que toda la familia quiere tener las sesiones fotográficas en su entorno, en su hogar. También cuando los niños son algo más mayores, porque puedes fotografiarlos totalmente relajados, como si el fotógrafo no estuviera allí, ya que se encuentran en un lugar que les da más confianza que el estudio fotográfico.
Si eres medianamente hábil y pasas desapercibido ante los pequeños puedes conseguir imágenes fantásticas.
Otro motivo por el que suelo hacer fotografías en domicilios es porque los clientes quieren tener fotografías de sus mascotas en su entorno habitual; sobre todo de los gatos. Hacer fotografías en estudio a los perros suele ser menos complicado que recibir a un gato del que su dueño quiere tener un book fotográfico. Los gatos son mucho más esquivos, y más asustadizos.
En una ocasión tuve que posponer una sesión de estudio con un gato porque al ver el primer fogonazo del flash se escondió detrás del forillo y de allí no quiso salir hasta que su dueño lo devolvió a su domicilio, donde conseguimos empezar y terminar la sesión; con luz continua, claro. Seguro que esto le ha ocurrido a más de un fotógrafo profesional.
Frase célebre
“Nunca ruedes con niños, con animales, ni con Charles Laughton”, decía Alfred Hitchcock. Prescindiendo del gran actor, por motivos obvios, he de decir que esa frase sería muy acertada para un rodaje cinematográfico pero para una sesión fotográfica no es válida porque puede ser una combinación perfecta, como se aprecia en la fotografía que encabeza el artículo. En ella se nota el perfecto entendimiento que hay entre el niño y su mascota.
Los books con niños y animales suelen resultar fantásticos.