No hace mucho tiempo –exactamente fue cuando se extendió el uso de cámaras digitales compactas entre la mayoría de la población- podías ver espantosas imágenes que eran utilizadas como reclamo en muchas cafeterías y bares. Esas fotografías más que atraer al consumo de los alimentos que anunciaban, producían el rechazo de estos. Estaba claro que el autor de la imagen no había sido otro que el propietario del establecimiento, que de fotografía para publicidad se notaba que sabía poquito. Él había cogido su cámara digital compacta y había tomado una fotografía con flash de cualquier manera.
En la época de las cámaras de carrete el resultado hubiera sido nefasto si no tenías unos mínimos conocimientos fotográficos. Como en la era digital, tengas conocimientos fotográficos o no, sale una imagen que se deja ver –no entremos a valorar la exposición, composición, encuadre, color, iluminación…- los buenos señores quedaban satisfechos con el resultado obtenido. Así que decidían prescindir de encargarle la fotografía para publicidad de sus productos a algún fotógrafo profesional, porque ellos se sentían ya fotógrafos profesionales.
Afortunadamente de estos catálogos fotográficos hechos por aficionados con poca pericia fotográfica cada día se ven menos, para bien de las ventas de los establecimientos de hostelería.
Además, determinados establecimientos siempre recurren a empresas en las que tienen confianza para que les gestione su campaña de publicidad.
La fotografía para publicidad que encabeza el artículo, más que de producto, es de marca. De uno de los restaurantes más antiguos y prestigiosos de Madrid: Lhardy, fundado en 1839.
La historia de esta imagen
Me la encargó hace unos años una agencia de prensa con la que había contactado la gerente de Lhardy con el fin de promocionar este negocio de restauración en Reino Unido para captar a los turistas jóvenes que viajaran a Madrid.
El redactor que envió la agencia de prensa me dijo que querían que la fotografía resultara atractiva para la gente joven que la viera y que utilizara el mayor número posible de flashes de estudio para iluminarla.
¿Por qué? Secreto profesional.
